La obra de la pila bautismal induce a pensar que la misma debió de esculpirse a finales del siglo XV, aunque es más probable que se levantara a principios del XVI. Descansa sobre un pedestal de cuatro caras, en el que se asienta la taza semiesférica adornada con destacados gallones y rematada con moldura. Toda la obra cincelada sobre firme piedra de granito.
Está situada a los pies del templo en el que hasta bien avanzado el pasado siglo XX existía una capilla delimitada por una verja de hierro fundido. En su interior, además de la pila, se encontraba el Cirio Pascual y en la pared del Naciente dos huecos sobre la misma, protegidos por ambas puertecillas de madera, en los que se guarda el Crisma.
Actualmente, la verja ya no existe, – en su lugar – para delimitar la capilla bautismal se ha optado por una catenaria realizada con soga forrada de fieltro rojo.